lunes, 9 de junio de 2008

"Pero en el interior sí está hecho". Ernst Jünger, 1948.

""Pero en el interior sí está hecho". Una frase para meditar sobre ella, llena de significado. Hay una terminación de nuestras acciones en lo absoluto, un complemento que siempre es independiente del éxito o del fracaso. Eso representa un gran consuelo.Nuestras acciones son comparables a disparos que estuviesen animados por una fuerza doble. Por un lado son como flechas disparadas por el arco de la vida; esas flechas están sujetas al azar, a la fuerza de la gravedad, al viento. Dan en el blanco o fallan; no está en nuestras manos la trayectoria que siguen. Pero, a la vez, la cuerda, al estar tensada también por fuerzas de amor, lanza la flecha hacia lo que está por encima de lo real, en una trayectoria recta, que alcanza su meta en lo invisible. (...) Y si tensamos bien el arco, experimentaremos el instante maravilloso en que nos llega la respuesta. Pues en el interior sí está hecho."
Kirchhorst, 2 de diciembre de 1948.

Con estas palabras Ernst Jünger termina el segundo tomo de la edición española de "Radiaciones", un conjunto exquisito de notas personales, al modo de un diario "meditado", escrito durante toda la segunda guerra.

Durante mucho tiempo me resultó consolador pensar que el impulso de nuestros actos se vincula interiormente con sus motivaciones, por lo cual, más allá de los efectos, hay algo que se tensa y se cumple allende nuestra individualidad pero contando con ella, si "tensamos bien el arco"...

En definitiva, lo dicho implica una confianza en que hay un orden que toma su figura, que se adensa, cuando nuestra libertad le da "materia", le presta un rostro.
Entonces, trascendiendo la mera fuerza de los hechos, nos transformamos de acuerdo a la sustancia de nuestro deseo -las fuerzas de amor-, por el ardor que se tiende en nuestros actos, pero es siempre más que ellos por mor de un exceso que nos salva de nuestras pequeñas o grandes cárceles.

A ésto lo llamo Providencia Divina, otros lo llamarán sentido de la vida, o del mundo, o belleza, o qué se yo; o tendrán la discreción de no ponerle nombre:..."en el interior está hecho". Permanecer, como decían los medievales, "magnánimos", con el ánimo grande, generoso, para los días que nos sean dados.

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