martes, 6 de julio de 2010

Homosexualidad y humanidad

En el senado del país llamado Argentina, "la mano de dios", manifestada en una lóbrega comisión, ha definido que las personas homosexuales sólo podemos unirnos civilmente, y jamás, jamás de los jamases, adoptar niños.
Expresado en buen castizo, la idea es que, ciudadanos de segunda, las personas homosexuales podemos acceder a un campo de derechos restringidos, arbitrado por el exacto grado de humanidad que la ley nos otorga. Los hijos, por supuesto, han de ser un territorio vedado, pues lo que no se dice, pero se hace, azares de la mala conciencia, es que seres contaminados como somos por la patente ausencia de "normalidad" en nuestras inclinaciones y opciones afectivas y sexuales, podemos propagar, en el medio ambiente viciado de nuestra existencia, el bacilo de la temible homosexualidad.
Qué afirma y qué niega la homosexualidad: para decir lo mínimo respecto del tema, la homosexualidad niega la coincidencia de cada quien con el estrecho marco que asigna al individuo una identidad biológica inamovible, un rol social, una funcionalidad religiosa e ideológica. La homosexualidad afirma, y por ello pone, la singularidad de cada ser humano, la senda compleja e irreductible de aquello que llamamos subjetivación, devenir alguien, no algo, no un objeto dispuesto para su manipulación o supresión.
Devota de un dios de muerte y de mentira, cuya mano destruye, deshumaniza, -ejerciendo su viejo oficio-, la jerarquía de la iglesia católica, ya por fuera del Evangelio, en rigor ausente de la palabra que sana y dignifica de Jesús el Señor, busca mantener un poder que cada vez más se parece al ridículo, aún cuando siga causando daño. Pero no hay nada que vaya a quedar escondido, todo será puesto a la luz, y no sólo en el último día, cada día, en los actos de verdad que poco a poco van desvistiendo al rey y a sus bufones.
La jerarquía curial está desnuda, y los mercenarios políticos que los secundan, menos por convicción que por intereses miserables, también. Todo tiene su tiempo bajo el sol, y la verdad sabe esperar, pero no tiene doblez.
Los homosexuales somos humanos, los derechos que nos corresponden como tales no son objeto de negociación, no se pueden negar, pues negarlos es negarnos, ni "matizarlos", como pretende el hipócrita proyecto de unión civil, pues hacerlo es declarar que somos en parte o casi humanos, lo cual no es ser plantas o animales, es ser carne del que manda y su ley.
Privarnos del derecho a criar hijos, es poner en nuestra frente el estigma de los indeseables, de los impuros, que no pueden comunicar su humanidad pues ella estaría desviada, enferma.
Estos son los espantosos cimientos de la sociedad que nos propone la jerarquía eclesial y sus adláteres.
Pero no va a haber marcha atrás, habrá lucha, pero no retrocesos: "tanto alcanza cuanto espera", esperanza activa, atenta, que alcanzará, que tendrá su cumplimiento.
¡Ay de los que sólo tienen palabras de maldición! ¿Qué encontrarán sino amargura?
Corolario: es hora que se termine esa espúrea asociación entre iglesia y estado. Es necesario dejar de sustentar material e ideológicamente a una institución que predica y construye el horror, cuando nos retira de la condición de humanos, cuando nos encarcela en su sórdida ley.

4 comentarios:

E dijo...

excelente el argumento, el peso, el martillar de la verdad a mi entender, pequeño entender.
En lo personal, creo que nada detiene el avance, es una cuestion biologica cuanto tardarn en llover amparos por la herencia de hijos de familias homoparentales, que juez lo negara??? es un manotazo de ahogado si lo pienso friiamente, pero duele, por lo que UD dice. En lo perosnal, no reclamo derecho, solicito su reconocimiento. SOmos ya familia....

Saludos, impecable Ud.

Anónimo dijo...

Buenas tardes...

Brillante su reflexión... Mientras la leía, recordaba que en estos días, resonaban, a propósito del matrimonio entre personas del mismo sexo, las palabra "perverso", "antinatural", "enfermo". Y lejos de arribar a una conclusión, pienso ahora, azorada y dolida, si acaso en sus siniestros corazones es ininteligible el vínculo de amor de dos seres humanos independientemente de sus genitales.
El derecho de formar una familia comienza y termina en los órganos sexuales de las personas? Porque todo pareciera indicar, que es el único argumento del que aún se aferran desesperadamente, cuando todos los demás, se les han hecho trizas...

Jehanne dijo...

Emi, ud. ha dicho la frase exacta, "no reclamo derecho, solicito su reconocimiento". Así es el asunto, el derecho es innegable, pero ha de ser reconocido, lo cual transforma al derecho, como decía mi querida Simone Weil, en una obligación de reconocimiento. Saludos y gracias

Estimada amiga de Odi et Amo, me parece que ese argumento, el de la reducción de lo humano a la morfología biológica es el último argumento y también el primero. Transformado, siempre está, haciendo del otro una cosa. Saludos y gracias

Les agradezco a ambas su consideración hacia el post, fruto de un cierto rumiar asuntos que en principio me generan una tremenda indignación.

Anónimo dijo...

Jehanne:

Es cierto, no es muy nítida mi mirada...
Ese es el UNICO argumento que esgrimen, de veras que lo tiñen de todos los colores, pero es el mismo.

Saludos.