domingo, 1 de agosto de 2010

Oculta boca

"Yo no tenía idea ni había experimentado las esperanzas que él abrigaba, las luchas que él sostenía contra las tentaciones de su misma excelencia, qué lo consolaba en las adversidades, que sabrosos deleites había en su corazón, su oculta boca, al rumiar tu pan". Conf.VI, 3.
Agustín, hablando de Ambrosio en Confesiones. Este pasaje refiere al famoso testimonio agustiniano en el que aparece Ambrosio de Milán leyendo en silencio. El pan rumiado es el texto sagrado, la Escritura. Y el corazón, para el que lee en silencio, para el que introduce en la morada interior a las palabras de un texto, se transforma en una boca oculta.
Allí, en el lugar de los deleites, está el lugar de la lucha, de la esperanza, del dolor. Abyssus in corde.
Quien lee forja en sí un lenguaje del corazón, una palabra silenciosa, a veces sólo presentida y sin forma, como dirá siglos después Isaac de Stella.
Es el mismo Isaac el autor de una frase que me conmueve sin falla: nihil est sine voce. No hay nada sin voz.
Entre las voces y el silencio, la oculta boca del corazón y su verdad, una mínima Palabra celebrada en el misterio, en la espera: Verbum abbreviatum.

No hay comentarios: