lunes, 14 de diciembre de 2009

La Bernarda. Entrando por soleares, saliendo por bulerías.

Historia de mis diez años: mi padre contando algún episodio de sus primeros y juveniles viajes al Viejo Mundo.
Aquel muchacho, hijo de la prosperidad argentina, hecha de los desvelos -ad litteram- de un comerciante piamontés y de una vasca ahorrativa, se apasionaba por Schöenberg, y dibujaba pentagramas con variaciones dodecafónicas de las fugas de Bach.
Una noche "europea", de salida clandestina, llega a esas antiguas y resplandecientes cuevas de sierra Morena, donde gitanos y gitanas iban por bulerías, y se trenzaban en francas peleas de cuchillos bien templados, limpios, como el cante.
Y allí escuchó a una voz incomparable del flamenco, a la Bernarda, Bernarda de Utrera, hermana de la Fernanda, igualmente grande. La fascinación fue inmensa, tanto que todavía brilla ante mí, esa niña de diez años, que hoy recuerda.
Andando por la red me he encontrado con algunos de los videos y grabaciones de la Bernarda, y he vuelto a aquellos cuentos invernales, y al resplandor de las palabras de un hombre joven, con sus hijos.
Me ha encantado mirar a la muchacha morena y discreta en sus ardores, y a la mujer anciana, casi ciega, que tejía el cante: una cuerda de esparto y fuego, como supo decir Antonio Gala.

Buen día para ese recuerdo, hoy que se celebra a Fray Juan de la Cruz, hermano y poeta.

Si hubiera algún viandante curioso, una hermosísma muestra de lo dicho:

http://www.youtube.com/watch?v=Jdndkg4ZNdc

Ex corde

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