sábado, 5 de julio de 2008

Bellator fortis




Leyendo unos proverbios atribuidos a Beda el Venerable, encuentro lo siguiente: Bellator fortis qui se poterit superare. Clarísimo: luchador fuerte es el que se puede superar.


Esta frase que suena a código samurai me trae a la mente esa "jornada", en el sentido épico, que es la vida, y en su simplicidad radicaliza una experiencia básica de la condición humana.


Otra joya de estos días también llegó a mí por esa índole de lecturas, un comentario a la Confessio de San Patricio de Irlanda, en la que se dice que los monjes irlandeses y anglosajones habían desarrollado una ascésis que llamaban "ascésis del mar". Como realizaban grandes viajes en sus misiones evangelizadoras para, eventualmente, jamás volver a su tierra, y como estos viajes eran por mar -con todos sus peligros y avatares- tal ascésis manifestaba en la vida espiritual el aspecto ilocalizable e inmenso del mar, para expresar una forma particular del camino, abandonar las referencias, vivir en estado de peregrinación.


Se trataba de una purificación por la "inestabilidad", al contrario que sus cófrades continentales, habitantes de desiertos y eriales.


Supongo que se presenta aquí una alternativa valiosa respecto de nuestro "paso de fuga" ante el conflicto en el mundo de la hiperexplotación y el hiperconsumo actual: mirar nuestra vida no como una fuga ante lo que amenaza, sino como una travesía.


Quizás algunos parecemos nacidos para "viajar" ("matadores de brújulas", decía Cortázar, que no suele ser de mi gusto pero que logró esta bella expresión). En mi caso particularísimo esta perspectiva armoniza totalmente con mi deseo infantil y jamás abandonado de ser "pirata", sin "ley y sin rey", como decían los Hermanos de la Costa, de lanzarme "a la mar".


Es bello comprender cómo estos hombres, estos "cristianos antiguos" que llevaban el mar, el viaje y la batalla en la sangre, podían combinar fecundamente esas vivencias ancestrales con su nueva religión...en fin, Occidente.

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